21.7.05

Ejercicios mentales




Entre ropas ajustadas se buscaba el alma

Hoy fui a la playa,
me tumbé en la arena,
aceité mi cuerpo y
luego vi cómo te veías
vos en pantaloneta.
Ejercicios todos mentales.



X (léase equis)

Yo estaba acariciando tu cuello
bronceado,
vos,
atendiendo la
autopista.
Como escribimos mal las direcciones
apuntamos al oeste,
en la tarde,
para que el sol nos chocara en los párpados
y las pestañas nos sirvieran de algo.



La fecha es importante

No sé de su paradero.
Lo último dicho
fue que iba para Barcelona
en un bus que tardaría
veinte horas.
Tal vez menos.
Y posiblemente más:
la lluvia,
la nieve,
quedarse dormido
junto al cariño.




Selección instintiva de sujeto para aparearse

Vamos en tu carro,
divagando por el mismo lugar.
Siempre son las 10:30 p.m,
es cuestión de ajustar el tiempo.
Lo demás es cantar.
Y si las manos no alcanzan,
nunca bajar la mirada.



Amanecer en apuros

Junto a la cama,
tiene una colección de fotos.
Yo me vi
entre otras caras.

Pero sé que no estoy en archivo.

Al caminar,
por la espalda,
se le viene
desenredando mi nombre.



Octubre

Bajo a oscuras la calle que me ha visto amanecer.

La vuelta siempre es rápida,
sabe a anhelo consumido.

Otros se quedaron estacionados en el rojo,
cubiertos de vapor y olor a fibra.

Te estuve esperando toda la noche.

Ahora me conformo con caminar a solas.

No había postes de luz y perdí de vista a mi sombra.
Peor que haber sido amordazada
en un operativo para darme muerte.

Pero en fin,
a oscuras, caminando y sola.



Usted no entendió nada

Yo quería dibujarte mi país,
anotar mi dirección en el revés de una factura.
Que viéramos juntos el último amanecer,
verte recorrer, de espaldas, el tramo hacia el avión.
Tal vez fue todo culpa de una hamaca,
por incómoda,
o la lluvia que te dejó atrapado en mi automóvil,
o porque soy muy guapa,
entonces te asustabas.
Pero,
no hubo tiempo para memorizar tus manos,
la marca de jeans que usás,
ni la manera de articular tus labios cuando besan.
Hubiera querido tener una hamaca cómoda,
ver el último amanecer que nos quedaba,
pelearnos,
preguntarte el segundo apellido.



Viviendo el trópico

Por fin la lluvia paralizó las palabras.
Tratamos de escuchar las notas musicales
que se quedan perdidas en el cielo raso,
atraídas por el constante martilleo del agua en las latas de zinc.

Malabareamos miradas, medias
y el cuerpo del otro.

Pero cuando llueve,
el tiempo escasea.



Rebotes

Me parece reconocer
las figuras que caminan
cuesta abajo en esta noche.

Alargadas,
serían un bosquejo de vos en la ducha
cuando tratabas de hablarme
bajo un chorro de agua
que apagó tus palabras.

Solamente vi tus ojos
como ahora creo mirar
nuestra historia bajando por una esquina.

La falta de oralidad,
mezcla de tu silencio
con mi imaginación.


Camino a Assateague Island

El viento corría espantado,
pasaba entre las piernas,
hacía volar los extremos de la bufanda
y nos cubría el rostro.

Había advertencias que salían
en las esquinas,
por eso nunca llegamos al final.
No entramos al muelle.
Tampoco vimos ponis salvajes
desde un sendero apagado por la noche.

Al regreso,
en el número 45,
yo mirando un mapa,
vos con un guante en el bolsillo.

Dos siluetas distantes,
una imagen consumiendo espacio.



Nosotros en holograma

Nos vemos a las 9:30 p.m.

Te llevo a conocer un sitio
al que nunca se te va a ocurrir volver.

Intento hacerte bailar.
Pero no sabés
vestir ligero,
ni respirar
entre tanta humedad.

De lejos,
alguien nos observa.
Imagina que vos y yo
salimos a menudo.

Que te quiero.

Y le alegra.



Noches de auto castigo

En tu baño,
bajo la luz verde del fluorescente,
comparo mi cabellera de tres centímetros de longitud
(creciendo sin forma)
con un cabello largo negro
de unos veinticinco centímetros,
que adherido al marco de la puerta
blanca, brillante y sudorosa,
como el reflejo de mi cara en el espejo,
me muestra
que no puede ser mío,
pero tampoco tuyo.


Impulsos

Cuando me preguntaste
sobre mis equívocos y nuestra separación,
contesté no saber
lo que prefiero ignorar.
No me creíste.
Yo corrí a la enciclopedia.


¿ Y ?

Nos sentamos:
recorrido visual por tus manos,
una sonrisa cuando llego a tu mirada
ya fija en la mía
después de segundos de reojo.
Devolvés la sonrisa
y me queda la duda.


Actos paralelos a tus propuestas

Las gradas cimbraban,
luces, emoción,
yo girando el cuerpo.

Casi no se podía hablar,
tus gritos los descifré con angustia
y actitud de receptor.

Entonces, empecé a bajar despacio,
disimulando el despeinado,
la ceguera
y quedarme dormida
antes de tiempo.

Creí que te sujetaba la mano,
más bien, te vi al frente,
sentado y bostezando.

Yo de pie,
con los brazos enredados
en alguien que voy a conocer.



Cada tanto me gustaría ser inolvidable

Soy la muchacha en la cama,
debajo de un edredón,
con un espacio vacío a mi derecha
y el teléfono desocupado.

No quiero apagar la luz
para que no me den por dormida.

Espero distinguir entre todos los murmullos
un carro que suba hacia el este,
se desvíe al sur, se parquee en frente o diagonal a mi casa,
pasos, un manojo de llaves,
el estruendo del portón desengrasado, y
luego una voz que salude a mi gata.

Pasan los minutos. Se acumula el sueño.
Van cesando los murmullos
o al menos son más espaciados
y no suenan a vos.

Me acuesto con la consigna de que
el mundo no se va a acabar mañana.



Mi crianza

No la conozco.

Se aparece alguna vez
en el retrovisor del automóvil de mi padre
cuando pido dinero.

La imagino sola, retorciéndose,
con los ojos abiertos, como si
permanentemente indagara a la vida.
Y diciéndome muy despacio:
“creés en menos cosas que yo.”



En vez de las rondas(para mi hermano)

Nunca hubo luz en el rincón
que separaba mi cuarto del tuyo.
Por eso queríamos construir un túnel
en lo alto de nuestros clóset.
Montarnos allá arriba,
dejar abajo la inundación,
a padre y madre flotando.



Carita Linda

No recuerdo en qué lugar la vi primero.

Vestía toda de amarillo,
iba con el tamaño de
las muñecas de mi repisa.

Le creció pelo y cuerpo.
Fuera de la escala de mis juguetes,
prefiere la ropa oscura
y sentarse en un caño
a untarse de moretes y picaduras.

Igual,
cuando la miro,
viene con dos lágrimas largas.
Se sujeta de mis manos. Aprieta.
Inspira y expira,
se seca el rostro.
Me pide que la limpie, la arrope,
le vuelva a cantar algo,
pero que consiga una guitarra eléctrica.



Orgullosos 50

Hojea manuales,
recorre pistas
para diluir las dosis
de abandono y dolor.

No puede.

Lo envía a él lejos,
se retuerce solita
en una biblioteca
de esperanzas.

No logra.

Se prueba ropas.

No gusta.

Frente a los cinco espejos
que tiene en el cuarto,
maldice
los próximos treinta y cinco años
de mala suerte.



1915

Nace en una tribu sin antecedentes.

Mancha sus costuras,
luego las descose y remienda
a la luz de una vela administrada.

Sin comulgar,
se atraviesa en la mirada de otros.

Pero nunca va descalza,
jamás con rulos.

Cada semana,
vuelve a jugar lotería.



Recuento de bienes

Ella viene a mi cuarto,
de visita, dice.
Como si no fuera su tapiz
de flores y color pálido
el que envuelve las paredes.
De mi cama la observo.
Las sábanas se humedecen adheridas a mí,
parezco un capullo de veintitrés años.
Aquí sólo yo me pertenezco.


Farewell

Me voy.
Tu cara
gesticula hiperbólicamente.
Caen más tejidos
en el abismo de
tus surcos faciales.
Además, te cuelga el dedo índice.



Accesorios sanitarios

Recuerdo que de pequeña intuía
que orinar era una pérdida de tiempo.

Entonces hacía algo más a la vez:
me lavaba los dientes,
leía,
peinaba mis muñecas.

Ahora,
mientras orino, pienso.

Sin duda
abandoné labores
que sí duplicaban
el rendimiento de mis segundos
en el baño.




La que trata

Debajo de aleros húmedos,
observé cómo la tarde se iba
a través de los alambres
que entrelazan el paisaje
con las casas de mi barrio.

Y así logré desviar mis
movimientos en una risita.

Momentáneamente, distraer ese
pedazo de mí que siente
las fracciones de segundo
posarse cansadas en el silencio.


Las sillas de la cabeza

A la salida de la escuela.
En la parada de buses.
Haciendo fila en el banco.
Una vez al año,
abren una zanja,
cortan las raíces secundarias,
aseguran una sola posición.
No caminan.
No se van.


Paranoia urbana

Subí la ventana,
puse el seguro.
Me ahogué cien metros
con el humo de mi cigarrillo.
Pasé por cada hueco.
Y tal vez
él sólo trataba de
encontrar
un mejor punto
para cruzar la calle.


Plan de vida

Opinión:
La gente
nace,
se alimenta,
crece,
se multiplica
y muere.
Hecho:
la gente
nace,
se alimenta,
crece,
se divide,
porque si no
se muere.


Imagen puntiaguda

Ahora mismo
se imagina
que alguien,
sorpresivamente,
la arrastra por las piedras
y que uno de sus brazos se quiebra.
Son pensamientos de soledad,
soluciones para la desesperación.
Luego va plácida,
con el viento en la cara,
recogiendo hojas secas en el camino.


Razones para no creer

John Di,
un borracho que me acosa en la oscuridad,
dice que si lo desprecio a él,
en realidad rechazo
a Jesucristo y a la Virgen de Guadalupe.




Ficha de información social

Toqué la puerta repetidas veces,
no creía en la ausencia
que el silencio daba por respuesta.

De un puntapié se entreabrió la lata
sujetada por dos bisagras.

Tomándola por el agujero
al medio de la arista derecha,
se hizo espacio un cuerpo.

Desde afuera escuché el revuelco
y olí humos capaces de provocar
alucinaciones de salamandras y odios.

Explicó el casamiento en diciembre, los hijos,
que aumentó diez kilos, las filas desde
las cinco de la mañana, el trabajo cada vez
menos cotidiano, la manía de guardar
más papeles que buenos recuerdos.

No es conjetura,
impresiona que no exista
una tasa de suicidio más elevada.




Sí hay sueño americano

Me gusta disimular,
voy sin maquillaje,
el pelo en la cara,
con cualquier ropa
para andar por alguna calle
y llegar a un edificio.

Allí soy retribuida por no hacer nada
y hablar con personas que no conozco
a pesar de reconocer sus voces.

Las conversaciones transcurren rápido,
mecánicas, más repasadas
mientras pasa el tiempo.

Con ansias de que suceda algo,
después de la jornada,
regreso a casa.
Encuentro ¡al fin!
caras conocidas en la televisión.



Cuento de madrugada ( o tuve un amante terrible)

1.
Besé a un hombre
con falda y pelo largo.

2.
Di vuelta, tomé el bus. Me fui.

3.
Llegué a casa
y el perro ciego
no distinguió mi olor revuelto.

4.
Nadie me mira a los ojos,
o ¿será al revés?

5.
Yo era la que tenía vejiga fuerte,
la que podía seguir bailando
mientras hacía fila en el baño.

6.
Desearía no tener memorizados
a los tipos que piden
limosna en estas calles.

7.
Hoy entregué la llave.

8.
No siempre fue así.
No tenía que caer enferma
Para poder descansar ininterrumpidamente.

¿Me detendré?



30 A

i.

Las niñas no tienen tetas.
Recortan los escotes de barbie para sí mismas,
soñando con el momento de ser fértiles y frondosas.

ii.

Cuando el cabello llega a la cintura
y el premio de belleza está obtenido,
reconocerse es sinónimo de mirar al espejo.

iii.


Con espanto,
las vírgenes ,
cualquier madrugada,
despiertan con el oso de peluche
casi estrangulado entre sus piernas.

iv.

La vida glamour por delante.
Como ensayado en el juego infantil,
las tetas plásticas y erguidas,
llenas de nada, faltas de leche.

v.

Normal: matrimonio, hijos.
Espera tener tiempo
para cuidar esos 60 cm de cabellera.
Conservar el bronceado.

vi.

La niña con tetas sonríe,
pasa su mano por dentro de la pretina del jeans
para tantear si vive este sueño.
Sólo se acaricia,
sin pellizcos,
para no despertar nunca,
para no dar cuentas a la vida.



14 comentarios:

Luis Chaves dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Luis Chaves dijo...

sorry, botón equivocado!!

ahora sí,: por fin al alcance de todos los que quieren leerlo!! salud!!!

Luis Chaves dijo...

pau, por qué no subís los nuevos??

Luis Chaves dijo...

"Paula Piedra, su sismógrafo"

UNO. Ejercicios mentales, un título que de entrada advierte perspicacia, iba a llamarse Accesorios sanitarios, nombre chato que invitaría a comprar el libro de al lado. La sola operación cerebral que movió a Paula a decidirse por el primero resume aquello que el lector descubrirá en los mejores momentos del poemario.

DOS. El lenguaje contenido, inclinado a la observación inteligente antes que a la enfermiza inspiración lírica, marca un giro notable en las nuevas voces poéticas del país, fenómeno que raya en el prodigio si consideramos que es, además, el debut de Piedra en la literatura.

TRES. Leyó a Pound y al primer Eliot antes que a Debravo y a Neruda. Así, su manera de acercarse a lo que llaman el “hecho poético” parte de una visión de mundo instalada en la economía de recursos y en una emotividad dominada por la elegancia. Forma y contenido están genéticamente amarrados en poemas cortos de gran eficacia, que alcanzan puntos cumbre en cuatro textos particulares.

CUATRO. “Entre ropas ajustadas se buscaba el alma”, “Usted no entendió nada”, “Nosotros en holograma” y “La fecha es importante” son los puntos más altos de Ejercicios mentales, donde Paula encuentra el equilibrio perfecto entre sutileza y energía. Como si supiera que la poesía, como el colesterol, se divide en buena y mala, en estos cuatro poemas transita la ruta más corta para llegar a la primera. Ella pone el cerebro, el lector el corazón, que es el negocio de la buena poesía. Otros poemas tienden al fraseo entrecortado y dificultoso, una narración asmática donde, para decirlo en jerga familiar, se le ven los calzones. Pero a estas alturas, dichos errores, típicos de opera prima, son justificables y casi enternecedores. Hay, sí, textos prescindibles, suele suceder en todo libro de poemas. Algunos dirán que eso desmerita el conjunto. Pienso más bien que esas tuercas flojas, esas notas fuera de tono, al lado de poemas afilados como un bisturí, le dan al libro entero una atmósfera poderosa y sugerente. Con sus altos y bajos, el libro maravilla como lo hacen las desafinadas bandas municipales, como lo hace la voz desafinada del mejor Bob Dylan.

CINCO. Entiendo que “Entre ropas ajustadas se buscaba el alma”, poema que abre el libro, entra directamente al top 10 de los mejores poemas de la poesía costarricense. De los otros nueve, se los aseguro, sólo dos aparecen publicados entre los millones de páginas publicadas por la Editorial Costa Rica. Sus autores, Chase y la Grüter.

SEIS. En su casa hay más discos que libros. Uno piensa que mientras sus contemporáneos consumían telenovelas y leían a Benedetti, Paula jugaba con los niños grandes del barrio y cada tarde de sábado veía cine karate. Podría predecir que Proust le va a gustar hasta que descubra a Céline. Alguna tarde me dijo, “leí a García Márquez”. La dejé seguir, “¿qué es lo que tanto les gusta?”. Paula Piedra: 1, incondicionales del boom latinoamericano: 0.

SIETE. Tal vez el andamiaje que tan bien sostiene a Ejercicios mentales es su intención de construir una voz desde la literatura menor. No esas ridículas pretensiones de escribir para la posteridad, de dejar una obra maestra, sino encontrar el sosiego en las cosas pequeñas y en la vida privada que es, por supuesto, política. Porque hay una pulsión política en el abordaje de los temas, en el uso del lenguaje, en la mirada sagaz.

OCHO. Lo de Paula es poesía de quien se observa a sí misma desde una distancia prudente, una voyeur de su propia vida. Su escritura es la de un sismógrafo, un registro de las más leves alteraciones de la existencia común.


Luis Chaves

(publicado el 18 de enero del 2004 en el periódico La Nación: http://www.nacion.com/ancora/2004/enero/18/ancora12.html )

ine circe dijo...

paula me encanta: entre ropas ajustadas se buscaba el alma... lo leí hace mucho tiempo en losamigosdeloajeno y ahora buscandolo de nuevo llegué a tu blog, q placer q tengas un blog, ahora estoy de paso, así q voy a guardar para disfrutar tu poesía en otro momento con el tiempo q se merece,pero ya te pongo en favoritos...
q pasó con tu libro publicado? igual yo te escribo desde uruguay, no creo q se consiga x acá
te leeré de ahora en más.

Anónimo dijo...

creo que me hice pis al leer esto.-

L.A dijo...

te dije que me encantan tus escritos? ... bueno, te digo.

paula piedra dijo...

Y yo te lo agradezco L.A.

Fern5 dijo...

Paula, me parece lo más honesto que he leído en mucho tiempo, me gusto mucho, te felicito por tu poesía.

La primer impresión me pareció que era algo personal...pero fui descubriendo que toca sentimientos y situaciones a los que todos nos podemos identificar. Lo disfrute mucho, de verdad gracias por compartirlo. :)

La próxima te lo comento en Subway :)

paula piedra dijo...

Fernando, gracias por haberlo leído! =)

Dylan Forrester dijo...

Interesante poética.

Saludos...

Justo Poe, seudónimo del poeta Frank Ruffino dijo...

Buen punto de partida en el difícil arte de la poesía. Abrazos.

arielsanchezmora dijo...

oaaaa!

me encantaron:

Cada tanto me gustaría ser inolvidable - me parecio tan tipico de dormirse sin poder decirle buenas noches a alguien, que es un sentimiento horrible :p

Sí hay sueño americano - ouch! dolió muy hondo. cuantos viven así!? (como tu dices, se esperaría una tasa de suicidio mayor)... pero tambien, parafraseando una idea tuya, "manana puede que encuentre algo mas"

y me hizo gracia leer el de Ale :D

saludes prima!

paula piedra dijo...

gracias por haber pasado por acá ari!