Dejo acá el prólogo que escribió Diego van der Laat:
AL OTRO LADO DEL CABLE hay un teléfono que suena y que nadie contesta. Al hacerlo, al levantar el auricular y atender la llamada no se escucha nada. La voz lo intenta pero no logra pasar por la línea y se queda atorada adentro de quien llama, como si un pájaro inmenso y mudo hubiera anidado con el tiempo ahí su casa, en una garganta ajena. Hay un cúmulo de palos y plumas que tranca el mensaje, un nudo que ahoga la tráquea.
Poco a poco la voz empieza a golpear la tranca y el nudo cede y lo que sale no es solamente una frase sino treinta textos de un solo golpe, y es como una cabeza de agua que corre aguas abajo por el cable y que deja atrás el nudo en la garganta que lo contuvo todo este tiempo. Una escalera eléctrica, una carnada, un hueco, un libro escrito por un bisabuelo muerto, una casa materna, un cúmulo involuntario de caras de gente, una cueva en Barra Honda, las hormigas de un tele que se queda encendido toda la noche y la imagen de una niña que se hace adulta viendo esas imágenes en blanco y negro y escuchando la estática que sale del parlante viejo de lo que registra memoria.
Este libro es eso. Tenerlo en las manos y abrirlo, es contestar el teléfono, darle la vuelta a cada página y leer, es contestar esa llamada, es el ruido de la estática y en el cause, los pedazos de la casa destruida de un pájaro que era mudo y que ya no.
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